martes, 6 de diciembre de 2011

El Monstruo sin Nombre

Hace mucho, mucho tiempo, en un país muy lejano vivía un monstruo sin nombre. El monstruo deseaba un nombre, y lo deseaba tanto que apenas podía pensar en nada más.

Un buen día, el monstruo emprendió un viaje para buscar el nombre que tanto anhelaba. Pero el mundo es demasiado grande, y, por ello, el monstruo decidió dividirse en dos. Una mitad se fue al este. Y la otra, hacia el oeste. La mitad del monstruo que había ido hacia el este encontró pronto una aldea.


"Oye, herrero, quiero que me des tu nombre", lanzó el monstruo.

"¿Pero qué tonterías dices? No pienso dártelo", replicó el herrero, incrédulo.

"Si me das tu nombre, me introduciré en tu cuerpo y te otorgaré toda la fuerza que te falta", prometió el monstruo.

"¿En serio? Bueno, pues si de veras vas a hacerme más fuerte, adelante, es tuyo", respondió el herrero.

Entonces, el monstruo se introdujo en el cuerpo del hombre. A partir de ese momento, el monstruo se convirtió en Otto el herrero. Otto era el más fuerte de la aldea. Sin embargo, un día...

"Mírame... mírame... ¡Mira qué grande se ha hecho el monstruo en mi interior!"

Grush, grussh, ñam, ñam, gruupmf, grupmf... ¡plaf!

El monstruo, que tenía mucha hambre, se había ido comiendo al herrero por dentro hasta acabar con él. Y así fue como se quedó otra vez sin nombre.

Al poco tiempo lo intentó de nuevo con un zapatero llamado Hans, pero...

Grush, grussh, ñam, ñam, gruupmf, grupmf... ¡plaf!

Al comérselo, volvió a quedarse sin nombre.

Lo intentó también con un cazador llamado Thomas, pero...

Grush, grussh, ñam, ñam, gruupmf, grupmf... ¡plaf!

Como era de esperar, se lo comió también, y volvió a quedarse sin nombre.

Al final, el monstruo decidió buscar un nombre en el interior del castillo.

"Si me das tu nombre, pequeño, yo te haré fuerte como un roble", le dijo el monstruo al príncipe del castillo.

"Si logras que me recupere y me haces un niño sano y fuerte, mi nombre es tuyo", replicó el príncipe enfermo.

Y así fue como el monstruo se introdujo en el interior del príncipe. Y éste se curó milagrosamente.

El rey estaba de lo más contento.

"¡El príncipe se ha curado! ¡El príncipe se ha curado!", se regocijaron todos.

Al monstruó le gustó el nombre del príncipe. Y la vida en el castillo le gustó también. Por eso, y aunque se moría de hambre, hizo esfuerzos por contenerse. Un día tras otro, cuando el hambre le acechaba, el monstruo se contenía y esperaba paciente a que pasara.

Pero un día el hambre era tan acuciante que el monstruo no pudo más.

"¡Mírame, mírame, mira qué grande se ha hecho el monstruo en mi interior!"

Y entonces se comió al rey y a toda la corte de una sentada.

Grush, grussh, ñam, ñam, gruupmf, grupmf... ¡plaf!

Un día, el principito huérfano se encontró a la otra mitad del monstruo que había ido al oeste.

"Ya tengo nombre, ¿sabes? Un nombre muy bonito."

Le dijo el monstruo del oeste al príncipe: "¿Para qué sirve un nombre? Sin nombre también se puede ser feliz. Míranos a nosotros. Somos monstruos sin nombre."

Y con estas palabras, el monstruo del este se comió al del oeste...


Cuando por fin había conseguido un nombre…
- …no queda nadie que me llame para recordármelo… con lo bonito que es mi nombre… Johan..

Crítica de las ciencias ocultas

El Más estúpido de los discursos humanos y que por tal debe ser temido, es aquel que se dirige a la credulidad por la nigromancia, hermana de la alquimia, la cual sin embargo ha creado cosas simples y naturales. Pero la nigromancia es más criticable que la alquimia, ya que ella nada produce, si no algo que es idéntico a sí misma: es decir, la mentira.

No hay engaño en la alquimia que es administradora de los simples productos de la naturaleza y cuyas funciones no pueden producirse por la misma naturaleza, porque en ella no hay instrumentos orgánicos con los cuales pueda realizar lo que el hombre realiza con sus manos y así ella ha creado el vidrio, etc...

Pero esta nigromancia, verdadero estandarte y bandera flameante al viento, arrastra una loca multitud que atestigua con clamor los infinitos efectos de este arte; y los libros llenos de tales cosas afirman que los espíritus encarnados aparecen y hablan, sin lengua, sin el instrumento orgánico indispensable al lenguaje. Y no solamente hablan, sino que levantan pesos muy pesados, provocan tormentas y hacen llover, hacen que los hombres se conviertan en gatos, lobos y otros animales, bien que de todos ellos el único verdadero animal sea: ¡el que tales cosas afirma!

Ciertamente, si la nigromancia fuera en realidad lo que los espíritus inferiores afirman, nada sobre la tierra podría igualarla, para servicio y perdición del hombre. Si fuera cierto que ese arte da el poder de turbar la tranquila serenidad del aire y cambiarla en aspecto nocturno, de desencadenar los vientos con truenos espantosos y rayos desgarrando las tinieblas y con huracanes capaces de derribar los edificios, de desarraigar los bosques y exterminar los ejércitos dispersándolos y derribándolos a tierra; y de fomentar además las terribles tempestades privando a los labradores del fruto de sus esfuerzos; ¿qué guerra podría igualar semejante daño, para atacar al enemigo que ha de privarlo de sus cosechas?

¿Qué batalla marítima podría ser comparada a aquella en la que se ordenaría al viento y en la que cualquier flota sería arruinada y sumergida? Ciertamente, el que comandara a tan impetuosas potencias sería señor de los pueblos y ningún genio humano podría resistir a sus implacables fuerzas.

Los tesoros ocultos y las grandes gemas escondidas en el seno de la tierra le serían descubiertas. Se haría llevar a través de los aires de Oriente a Occidente hasta los rincones más ocultos y opuestos de todo el universo ...




Pero, ¿para qué extenderme más? ¿Qué cosa podría resistir a un tal artífice? Casi ninguna, excepto suprimir la muerte. Y si la magia es verdadera, ¿por qué no ha permanecido entre los hombres que tanto la desean y que no tienen miramientos con deidad alguna?

Esto es de una importancia infinita para el hombre que anularía a Dios con todo el universo con tal de satisfacer sus apetitos.

Si la magia no ha permanecido entre los hombres, siéndoles tan necesaria, es que ella no ha existido ni existirá jamás. Por definición, el espíritu es lo qué hay de invisible en el cuerpo: y en los otros elementos no hay nada de inmaterial, puesto que allí donde no hay cuerpo, hay vacío; y el vacío no existe en los elementos, puesto que ellos lo llenarían de inmediato.

¡Yo quiero hacer milagros! Teniendo menos que otros hombres más tranquilos: aquellos que quieren enriquecerse en un día viven en la mayor pobreza, como sucede y como sucederá eternamente con los alquimistas, con los que quieren fabricar el oro y la plata, con los que creen que el agua muerta es capaz de dar vida activa a sí misma, mediante un movimiento continuo, y con el supremo tonto: el nigromante y encantador.

Historia bíblica sobre la nigromancia

Saúl, el primer rey de Israel, fue a la guerra contra los filisteos y al verlos se llenó de temor. Consultó a Dios, pero no le respondió de ninguna manera, ya que había desobedecido el mandato de exterminar el pueblo de Amalec por parte de Dios, y Dios decidió apartarse de él por esta causa. Por ello -en su desesperación- pidió a sus siervos buscar a una mujer que tuviera el don de la adivinación, a pesar de que él mismo había expulsado a médiums y adivinos de su tierra; y encontraron a la bruja de Endor (I Samuel 28,5-25), adivina y capaz de contactar con los muertos.

Saúl se disfrazó y se dirigió en la noche a ver a esta mujer, acompañado de dos hombres. Ella consiguió del rey la promesa de que no la denunciaría por adivinación, sin saber que era él mismo quien la había prohibido, y convocó a petición de Saúl el espíritu del profeta Samuel. Al ver a Samuel, la bruja supo quién era Saúl y se sintió traicionada, pero tras ser tranquilizada, continuó con el conjuro.

La necromante explicó lo que veía: un viejo sacerdote envuelto en un manto, a quien Saúl reconoció como Samuel. De él supo que Saúl, que había sido abandonado por Dios, perdería su reino a manos de David y que Israel caería en manos de los filisteos. La razón de que Dios hubiese abandonado a Saúl fue que éste no había exterminado (I Samuel 15) por completo a los amalecitas.



Saúl y la adivina de Endor

28:3 Ya Samuel había muerto, y todo Israel lo había lamentado, y le habían sepultado en Ramá, su ciudad. Y Saúl había arrojado de la tierra a los encantadores y adivinos.
28:4 Se juntaron, pues, los filisteos, y vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl juntó a todo Israel, y acamparon en Gilboa.
28:5 Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera.
28:6 Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.
28:7 Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación.
28:8 Y se disfrazó Saúl, y se puso otros vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere.
28:9 Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir?
28:10 Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto.
28:11 La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel.
28:12 Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo:
28:13 ¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra.
28:14 El le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia.
28:15 Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer.
28:16 Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo?
28:17 Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David.
28:18 Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy.
28:19 Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos.
28:20 Entonces Saúl cayó en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; y estaba sin fuerzas, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan.
28:21 Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndolo turbado en gran manera, le dijo: He aquí que tu sierva ha obedecido a tu voz, y he arriesgado mi vida, y he oído las palabras que tú me has dicho.
28:22 Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu sierva; pondré yo delante de ti un bocado de pan para que comas, a fin de que cobres fuerzas, y sigas tu camino.
28:23 Y él rehusó diciendo: No comeré. Pero porfiaron con él sus siervos juntamente con la mujer, y él les obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama.
28:24 Y aquella mujer tenía en su casa un ternero engordado, el cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y coció de ella panes sin levadura.
28:25 Y lo trajo delante de Saúl y de sus siervos; y después de haber comido, se levantaron, y se fueron aquella noche.